La palabra

Hace algunos meses un grupo de amigos y yo nos enfrascamos en una batalla por publicar una revista cultural, la historia talvez la cuente mas adeltante. Me parece obvio el poco exito de nuestros planes para con el proyecto, pero el echo es que hay bastantes cosas rescatables, e aqui un retazo del compendio de mi autoria personal, espero les guste.

Carta de agradecimiento

Me es difícil explicar la naturaleza de este muy particular compendio de ideas. Aun conociendo a mis colegas escritores y aun conociendo a los compañeros que ayudaron a dar valor y coraje a estas paginas, me resulta prácticamente imposible definir una filosofía o modo de pensar. Es tal vez esta falta de enfoque unilateral, la que cohesionó una pluralidad de ideas y nos liberó de ese implícito dogma con el que tratan ciertas publicaciones o medios de comunicación. Se que distamos mucho de ser un medio concreto y de calidad, se también que nuestras ideas tienden a ser repetitivas y que mas que un medio, esto es para nosotros un mero método de auto terapia; mas también se, que tratamos por todos los medios de llegar a ustedes y si pueden leer esto, es que lo logramos. Es un orgullo para todos nosotros; colaboradores, amigos, compañeros y hermanos, poder llegar hasta ustedes por medio de la palabra escrita, y es a la palabra a quien dedico mi carta.
Entendemos por palabra a la unidad mínima de significado de una lengua o idioma. Pero, ¿cual es el verdadero poder de la palabra? Imaginemos un mundo sin palabras que expresen ideas, sin conceptos fisicos la idea deja de existir, así ideas como igualdad o legalidad dejarían de existir y con ellas, propiamente dicho, dejarían de existir la igualdad y la legalidad.
La palabra enseña, comunica una idea, transporta, regala sentimientos, cosecha esperanzas y para los que escuchan, la palabra anuncia verdad ¿Cómo podríamos dar valor a los pensamientos si no es con la ayuda constante de algun morfema lingüístico? ¿Como podríamos expresar amor, odio, paz, libertad si no existieran estas palabras? Nos tomaría horas comunicar un sentimiento sin la expresión correcta.

Por su importancia son muchos los filosofos que han dedicado sus ovas a la celebracion de la palabra.
En el clásico de la literatura moderna Ulises de Jaimes Joyce se nos habla aunque no de manera directa del poder de la palabra; esta extensa obra de más de 800 páginas, alberga 267 000 palabras en total, las cuales comprende un vocabulario de 30 000 diferentes expresiones, usa las palabras (aunque talvez para algunos de manera poco articulada) de tal forma que nos hace comprender el valor que tienen para el pensamiento, para referirse a una idea. Nos enseña lo basto del idioma y como, a mayor conocimiento del mismo, mayor poder tendrán las ideas de una persona. Por otro lado, con un enfoque completamente diferente pero con la misma finalidad George Orwell en su popular novela 1984, nos habla de como la lengua puede ser manipulada, de tal manera que las palabras son suprimidas y olivadas y con ellas las ideas con las que se relacionan, “lo que no esta en la lengua no puede ser pensado”.
Explica Orwell, una distopía, en el que el partido en el poder llega a la cúspide de la pirámide totalitaria, controlando no solamente a las masas, las sociedades y el comportamiento del individuo; sino incluso, en un proyecto macabro intentan imponer una neolengua la cual consiste en simplificar de manera abrupta y arbitraria el lenguaje hasta reducirlo a una lista de palabras sencillas sin ningún tinte de expresión individual o intelectual con la cual se pretendía no solo no escuchar o pronunciar las palabras que estuvieran mal vistas por las personas en el poder, sino suprimir y olvidar la idea que algún día dio origen a dicha palabra.
Palabras como libertad y revolución se perderían con el paso del tiempo y la sociedad olvidaría para siempre que hubo un tiempo en que existieron conceptos y opciones, convirtiéndose así en esclavos de cuerpo y mente.
Este es el poder, por eso la preocupación, hoy los libros son modos casi risibles y el mundo de información en la Internet es utilizado solo para el chat, ver pornografía u ocasionalmente para hacer alguna tarea (copiando y pegando claro esta) las palabras se nos han olvidado, los conceptos son mudos y nuestros oídos ensordecen al escuchar a maestros, profesioncitas o políticos hablando de manera grandilocuente mientras asentimos cordialmente con nuestras cabezas sin tener una ínfima idea de lo que tratan de decir. Así, con palabras largas y frases intrincadas regalamos el poder a los que mas saben y menos emplean, oímos hablar del usufructo, de producto interno bruto, de globalización, inflación, deflación, caos, sindicatos, hegemonía, soberanía, cofradía electoral, fraude fiscal, guerra civil, movimiento estudiantil, segregación racial, estratificación económica, miedo colectivo, genocidio, magnicidio, intereses, doble moral, consumismo, distribución, alternancia política, presidencialismo, violaciones, ejes, fluctuaciones del mercado, a la alza, a la baja, a la compra, a la venta, demagogia, bipartidismo, pluralidad, democracia, autocracia, capital, asesinato, circunscripciones electorales, naciones unidas, diplomacia, colonialismo, imperialismo, tercer mundo, infamias, injusticias, ¡mierda! Si tan solo, supiéramos, lo que nos quieren decir, si nos interesáramos en la palabra del orador, el receptor podría decidir.Pero estamos tan lejos de entender lo que esta gente de arriba nos quiere decir, que simplemente confiamos en que lo que nos dicen es bueno y tendrá algún valor en el futuro. Que mejor arma para engañarnos que las palabras difíciles, y es que en realidad nunca nos engañan; nos dicen la verdad con una verborrea tal que somos incapaces de comprenderla. ¿Será posible que algún día un honorable trabajador con estudios máximos de secundaria (albañil, empleado corriente, etc.) pueda entender lo que le dice un niño bonito de la ITAM? ¿Cómo sería un dialogo entre Juan Pérez y Felipe Calderón? Será posible, solo conociendo el poder de la palabra, dedico pues, esta primera edición a la palabra y a la gente que la usa, la comprende y como yo la ama, que nunca se olvide el pueblo de las palabras, que nunca se olvide la revolución.

Nota: releyendo el texto no pude evitar darme cuenta de una pequeña dedicatoria que había al final del mismo. Aunque a pasado bastante tiempo y tal vez nunca lo leas, quiero que sepas que todo esta olvidado, que te quiero, que me hace falta tu compañía y que extraño la pintura de tus labios. Saludos Miriam.